miércoles, 26 de febrero de 2014

Marcus XXVI

Ariadna está hablando con Sara en la puerta del instituto. Nos mira con complicidad y a la vez extrañada. Nuestras casas están en direcciones opuestas.
-¿Venís juntas?-pregunta Sara.
-Sí-respondo-Se ha quedado a dormir en mi casa.
No les doy tiempo a decir nada más porque Marcus me llama. Corro hacia él y le beso.
-Gracias por el mensaje de anoche.-le digo.
-Esperaba que estuvieses dormida-responde-¿todo bien?
-Sí-afirmo, y le beso.-¿No puedo pensar yo también en ti de madrugada o qué?
Reímos.
La mañana transcurre con normalidad.La mitad de las clases me las paso ausente, como siempre. Regreso a casa con Carla, pero ella sale después de comer a ver a su madre y a su abuela. Me quedo sola en casa. Subo las escaleras y la habitación vuelve a estar abierta. La cierro y un escalofrío recorre mi cuerpo. Se agolpan los recuerdos de repente e intento guardarlos dentro de mí pero no puedo y salen en forma de lágrimas. Entro en mi cuarto y cierro. Abro el armario y busco mi ropa de correr, la que usaba antes. Me queda perfecta, como si no hubiese pasado ni un día desde la última vez que la use. Me ato los cordones y salgo de casa cerrando con llave. Las canciones del ipod también me traen recuerdos pero los evito mientras corro. Cada vez más rápido. No sé bien a dónde quiero llegar por lo que bajo el ritmo.
Al principio, me canso con facilidad y creo que debo parar pero no lo hago. Sigo corriendo. A cada paso que doy es como si matase algo que me duele y eso me ayuda. Me siento libre así que continúo. Hace calor pero a penas lo noto. El sudor cae por mi cuello. Tengo sed. Debo beber si no quiero desidratarme así que bebo en un a fuente del parque. Continúo mi camino, sin un rumbo fijo. Cuando decido parar he subido a la colina que se ve desde la ventana de mi casa. Dios, estoy muy lejos, pero aquí me siento como en casa. Cuando salía antes, siempre terminaba aquí. Me siento en el suelo apoyando la pared contra un árbol. Cierro los ojos y no los abro hasta que no se ha igualado mi respiración.
Está oscureciendo. Observó los árboles. En uno de ellos hay una persona sentada exactamente igual que yo. Es un chico. Realmente guapo. Mayor que yo. Piel oscura. Me pilla mirándolo, me sonrojo y aparto la mirada. Su cara me resulta familiar, muy familiar. Está acercándose a mí y entonces ya sé de qué me suena. Él era amigo de... de él. Este chico es Eric. No puedo creerlo. Llevo tanto sin verle que me resulta increíble. Me tiende la mano para que me levante y se la doy. Luego, me abraza. Separo su cuerpo del mío y le miro. Sus ojos están llenos de lágrimas.
-Cuánto tiempo.-le digo.- Pensaba que no iba a volver a verte.
-Puedo decir lo mismo. Quise verte, pero ir a tu casa y saber que él no iba a estar se me hacía un mundo. Discúlpame.
Trago saliva. A mí también se me hace un mundo, pero en cierto modo es como si esos recuerdos hubiesen estado todos estos años guardados y ahora estuviesen volviendo. Poco a poco. Eric y yo charlamos durante más de una hora. Me acompaña a casa, pero se queda en la esquina de la calle. Le doy mi número.
-Llámame cuando quieras. Quiero volver a verte un día de estos.
-Te llamaré, descuida.-me da dos besos y se va.
Entro en casa y subo directamente a la ducha. Mis padres siguen sin estar y no me sorprende. Cuando salgo la puerta vuelve a estar abierta pero esta vez la luz está encendida y Carla está dentro.
-¿Qué haces aquí? ¡Fuera!-chillo.
Me mira incrédula y sale de la habitación apagando la luz y cerrando la puerta.
-¡No vuelvas a entrar ahí nunca! ¿Me entiendes? ¡Nunca!
Estoy temblando; y llorando. Le he gritado a Carla y estoy muy arrepentida. Ella al principio me mira asustada pero luego me abraza.
-Lo siento-comienzo a decir-Nunca debí haberte gritado. Perdóname.
-No te disculpes. Yo nunca debería de haber entrado. Escuché un ruido en el cuarto y fui a ver qué era. Pensaba que era un cuarto de trastos y que a lo mejor habría alguna rata. Lo siento, de verdad.
-Ese cuarto está siempre cerrado... no lo vuelvas a abrir si no te importa. Creo que ya sabes porqué.
Carla asiente y agradezco no tener que explicarle nada más porque no podría haberlo hecho. No estaba preparada para hablar de ello.

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