sábado, 28 de diciembre de 2013

Marcus XIII

Salí de casa y el calor que hacía hoy era insoportable. Lucía unos pantalones cortos negros y una blusa rosa fosforito transparente que dejaba entre ver un top negro. La casa de Marcus estaba un poco lejos de la mía así que cogí el autobús. Lo único confortable de esos sitios era el aire acondicionado. Cinco paradas. La siguiente era la mía.
Un árbol grande daba sombra a la casa. Llamé al timbre y esperé que abriese. Después de treinta segundos la puerta se abrió pero para mi sorpresa quien la abría no era Marcus, sino Javi. Le miré fijamente a los ojos. No sabía qué hacer, ni cómo reaccionar. No entendía nada.
-Pasa-dijo con voz firme.
No estaba segura de si debía pasar o no pero no me quedaba elección, ya estaba dentro.
-¡Ya has llegado!-exclamó Marcus mientras se acerba a darme un beso.- Este es Javi, un amigo de la infancia.
Pensaba que iba a decir que ya me conocía pero se limitó a darme dos besos y sonreír.
-Soy Alicia.-dije mientras le daba los dos besos.-Encantada.
"Encantada" Lo mismo que dije la primera vez que me presenté porque realmente, estaba encantada.
-Bueno yo me voy máquina- dijo dirigiéndose a Marcus.-Adiós preciosa.-dijo mientras me miraba con una sonrisa.
Luego abrió la puerta y la cerró de golpe. Aún no había salido de mi asombro cuando Marcus comenzó a darme besitos por el cuello. Me estremecí y se me puso la piel de gallina.
-Para...-susurré.
-¿Qué te pasa?-preguntó.-parece que hubieses visto un fantasma. Mi amigo Javi no muerde eh, tranquila.
-No es por eso.-respondí mientras que me apartaba de él.-Se me ha cortado el cuerpo.
-Eh, pequeña.
-Déjalo, no importa. Son cosas mías-sonreí. Y me acerqué a darle un beso.
Porque bueno... solo eran cosas mías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario