sábado, 28 de diciembre de 2013

Marcus VIII

Las diez de la mañana. Marcus no me había llamado. Aunque en realidad, tampoco había pensado tanto en él. Era él quien tenía que llamar, si no lo hacía era porque no quería hablarme ¿no? Pero vaya imbécil. ¿Por qué no me había llamado? Aunque quien ocupaba parte de mis pensamientos era ese tal 'Javi'. ¿Sería suya la notita? Obviamente ¿no? Pero, ¿qué quería decir eso de que las casualidades no existen? No fue casualidad que nos viésemos o es que a lo mejor se chocó conmigo a posta para ligar. O a lo mejor es un asesino en serie que buscaba jovencitas, las llevaba a su casa para saber donde vivían y luego las mata "¿Qué estás diciendo Alicia? Ya estás delirando" Me digo a mí misma, aunque no acabo de convencerme. Me pongo en pie. El suelo está helado y un escalofrío recorre mi cuerpo. Sacudo los brazos intentando liberar tensión. Casi no había dormido nada. Volví a mirar mi móvil a ver si me había llamado. Nada. Resoplé y bajé las escaleras. Mi estómago rugía y es que anoche no había cenado nada. Saqué un batido de fresa de la nevera y puse pan en el tostador. Mis padres no habían vuelto, como era de esperar. No me gustaba mucho la fresa pero no me apetecía hacerme un café. Las tostadas estaban listas.
¡Ring, ring!
-¿Si?-respondí con voz suave.
-¡Hola nena!
Eran Ariadna y Sara.
-¡Hola chicas! ¿A qué hora venís a mi casa?
-Pues dentro de una hora estamos allí.
-Perfecto, ¿y Lydia?-Lydia no podía saber nada y no sabía que podíamos hacer con ella.
-Lydia se va a quedar con Carla. Ya no está mala y le ha dicho a Lydia que le apetece quedar con ella para contarle no sé qué.
-Pues entonces os espero en mi casa en un rato. ¡Tengo cosas que contaros! Un besito.
-Uh... Un beso fea.
No tardaron ni media hora en llegar. Nos esperaba un día entero en mi casa. Nos sentamos en el sofá a ver una película hasta que dieron la una. Entonces decidí que era hora de contarles lo que había vivido en estos días. Me tomé unos veinte minutos para contarlo todo. Intenté que no se me escapase ningún detalle. Ellas escucharon atentas sin apenas interrumpir o solo diciendo cosas como 'que chico más mono', 'oins' o 'que bonito'. Cuando acabé Sara soltó un "Oh, One Million, todos los tíos que están buenos llevan One Million."
Reímos a carcajadas.
-¿Has vuelto a mirar el móvil?-preguntó Ari.
-No. Desde que habéis llegado no lo he mirado.-cierto, me había olvidado del móvil por un rato.
Subí arriba por él y bajé con ellas de nuevo. Siete llamadas perdidas y tres What'sApp. Todos de Marcus.
-Pues sí que me ha llamado...-dije avergonzada. Yo diciendo que era un imbécil por no llamarme y él harto de llamar.
-Llámalo.-me dice Sara.
-¿Con vosotras? No, no.
-Venga ya, prometemos no gastar ninguna broma.-dijeron a la vez entre risas.
Llamé. Al cuarto tono, una voz dulce respondió al teléfono.
-Pensé que no ibas a llamarme. Siento irme ayer así pequeña, es que tuve un percance.
-No pasa nada.-aunque claro que pasaba pero es que me alegraba tanto oír su voz que no podía enfadarme.
-¿Cómo estás?-pregunta interesado.
-Pues bien, estoy con Ari y Sara, las conoces ¿no?
-Claro, tus amigas. Salúdalas de mi parte. ¿Esta tarde vas a estar con ellas no?
-Sí, ¿por qué?
-Por nada. Solo que te echo de menos.
-Y yo.Oye, tengo que dejarte, luego te llamo ¿vale?
-Adiós pequeña. Un beso.
Colgué.
-¿Ni un te quiero ni nada?-pregunta Ari divertida.
-No Ari, no lleva con él ni un día , ella no le dice te quiero al primero que pasa, como otras.-apunta Sara mientras le guiña un ojo.
Ariadna responde tirándole un cojín y pegándole una patada. Luego ríen a carcajadas.
-Bueno, ¿qué vamos a hacer para el cumpleaños de Lydia?
-Una fiesta. En mi casa. Con muchas gente.-propone Sara.
-¿En tu casa? ¿Y tus padres?
-Mis padres ese fin de semana no están. Podemos hacer la fiesta hasta la hora que dure y nosotras nos podemos quedar a dormir allí. Y con eso recogemos todo.
-Me parece buena idea.
-Y...podríamos llevarle a Pablo.-añade Ariadna.
-¿Pablo?

-Sí, Pablo. Ya sabéis que a Lydia siempre le ha encantado ese niño y bueno... Ya es hora de que se vuelvan a ver.-Los ojo de Ariadna brillaron con particularidad.
-Pero, yo no sé nada de Pablo. Ni si quiera sé cómo contactar con él.-contestó Sara.
-Bueno... Yo he seguido hablando con él. Y sé que no le importaría venir. De hecho, estaría encantado. Y no creo que a Lydia le molestase, pienso que todo lo contrario.-A Ariadna se le veía realmente entusiasmada con la idea.
-Yo... No sé si es lo correcto... Es que...-comenzó diciendo Sara.
-Pues yo creo que sí.-respondí sin dejarle terminar.-Además hace mucho que no veo a mi Pablito.
-Nunca fue tuyo Alicia, lo siento, siempre fue de Lydia.-me replicó Ariadna.
Me abalancé sobre ella haciéndole cosquillas mientras le soltaba algún que otro insulto cariñoso. Al poco paré con la respiración agitada de tanto reír y escuchamos el timbre.
¿El timbre? Que raro, si no espero a nadie. Me acerco descalza a la puerta y vuelvo a notar el frío suelo aunque esta vez no me estremezco. Miro por la mirilla y no veo a nadie pero cuando abro la puerta hay un paquete en el suelo. Es una pequeña cajita de madera con unos detalles pintados en azul. La cojo en mis manos y ahora sí que siento un escalofrío y es que esa cajita me resulta extremadamente familiar. La abro con cuidado y leo el papel del interior "No es una simple cajita ¿verdad? Ya te dije que las casualidades no existen." Comienzo a mirar de una lado a otro y justo cuando voy a entrar y estoy cerrando la puerta una piedra entra entre mis pies. Lleva un papel liado "Por cierto, estás preciosa." Vuelvo a mirar para atrás pero no hay nadie. ¿Que significaría todo esto?

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