jueves, 18 de septiembre de 2014

Marcus XXXIV

Se suponía que veníamos a casa de Sara a ver una película y pasar una tarde de chicas. Al entrar por la puerta lo veo todo un poco oscuro pero supongo que será porque entra poca luz. Vamos al salón para sentarnos en el sofá cuando la luz se enciende de repente y escucho a muchas personas gritar "¡sorpresa!". No puedo creerlo. Miro a todas partes y no hago más que ver a personas que conozco. Marcus es quien ha encendido la luz. Están casi todo los chicos de clase, María y Natalia, mis dos amigas de la infancia también han venido. Está todo el mundo.
Entonces veo a alguien justo frente a mí. Es Pablo. Mi Pablo, al que llevo sin saber nada de él meses y que creía que nunca volvería a ver. Sostiene entre sus manos un ramo de rosas rojas y me las entrega. Lo cojo con cuidado como si pensase que iba a desmoronarse y con él todo esto. Espero despertarme en mi cama después de un dulce sueño, pero me doy cuenta de que no estoy soñando, que todo es real y que esto es para mí. Sin poder controlarlo las lágrimas caen por mis mejillas y lo abrazo con fuerza. Sigue oliendo como la última vez que le vi. Y de eso hace ya demasiado tiempo.
Me separo de él con delicadeza y nos quedamos un rato mirándonos a los ojos. Sus preciosos ojos. Miro a Ari que está justo detrás de nosotros y sé que Pablo está aquí gracias a ella. Corro a abrazarla y le susurro al oído "gracias, muchas gracias". Me aprieta un poco más fuerte y luego me suelta, pero antes de que pueda darme cuenta están todas abrazándome. Cuando nos separamos las miro una por una, no sé qué decir y es Sara quien rompe el hielo. Se acerca a la música, la sube a todo volumen y grita
-"¡Que comience la fiesta!"
La canción que suena es "Don't Stop the Party" y bailamos al ritmo de la música. Las chicas comienzan a sacar comida y bebida. Pablo viene con una copa, dudo en si cogerla porque soy muy desconfiada. Luego acepto, un poco de vodka no le sienta mal a nadie ¿no? Han pasado ya un par de horas y ya voy por la cuarta copa, yo no suelo beber pero no me está sentando nada mal. Me he llevado todo el tiempo con Pablo y no he pensado en las chicas. Están sentadas en un corro riendo con otros chicos del instituto.
Alicia ya ha empezado con lo que llama su "ronda de chupitos". Me siento a su lado y brindamos a palo seco de vodka. La música está muy fuerte así que me acerco a ella y le susurro:"¿tenéis tequila?" Me mira, se ríe y grita, "¡Una de tequila, limón y sal!" Nos encanta esto, desde siempre. Las rondas de chupitos son lo mejor de todas las fiestas.
El alcohol comienza a hacer su efecto, desvarío un poco y me río por cualquier tontería; pero no me importa, porque desde hace mucho tiempo soy feliz, y sonrío de verdad, lo que es un logro. Pablo está sentado a mi lado. No nos hemos separado en toda la tarde. Es él quien me quita el último chupito de tequila que iba directo a pasar por mi garganta. Lo deja otra vez en el suelo y me acaricia la mejilla.
-Creo que por un rato, deberías dejar el alcohol. Tú nunca has bebido tanto y no quiero que te pase nada-me susurra acercándose a mi oído.
Asiento, y le cedo mi chupito a Alicia. Ella bebe demasiado, pero ni si quiera se la ve más contenta de lo normal, su aguante con el alcohol es increíble. A nuestro pequeño círculo han comenzado a unirse un número mayor de personas. Carla está sentada encima de un niño que está en clase de física conmigo, Alberto. Se miran y ríen constantemente. Él es un chico guapo. Está en el equipo de fútbol del instituto, rubio, y mucho más alto que ella. Sus ojos son de un color casi negro, a veces, cuesta distinguir la pupila del iris; pero, sobre todo, es un buen chico.
A quien no veo es a Sara. La busco con la mirada y veo que Alicia está haciendo lo mismo. Voy a levantarme pero me pide que me quede sentada y sale del salón, supongo que a ver dónde se ha metido. Intento seguirla pero, me mareo y tengo que volver a sentarme en el suelo pegando un culazo impresionante. Me río. No puedo evitarlo. Y Pablo que está a mi lado, también se ríe.
-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?-me pregunta colocando se mano en mi hombro.
-Estoy bien-respondo-Bueno, creo que he bebido demasiado-y volvemos a reírnos.
Sus ojos están clavados en los míos. Puedo notar como me atraviesa su mirada. Estoy temblando. Su mano derecha sube desde mi hombro a mi mejilla, y me acaricia el pelo. Coloca su izquierda en mi cintura y me acerca a él con suavidad. Va a besarme. Y lo sé por todas las otras veces que lo hemos hecho. Para justo a un centímetro de mis labios. Parece que está más nervioso que yo. Quiero besarle, es lo único que quiero. Cierro los ojos, y voy a besarle pero entonces, se oye un grito fuera del salón.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Marcus XXXIII

Sara se desploma al entrar en su casa y me quedo estupefacta. Suelto las bolsas que traíamos en el suelo y me arrodillo junto a ella. Su pulso es débil. Intento despertarla pero es inútil. Nunca tuve mucha fuerza pero como puedo cojo a Sara en brazos y la llevo hasta el sofá. Diría que pesa hasta menos que yo, y eso que es bastante más alta.  Entro en la cocina buscando hielo y un trapo. Lo humedezco, envuelvo el hielo y se lo coloco alrededor de la cara y por el cuello,  pero no reacciona. ¡Ya no sé qué más hacer! Saco el móvil del bolsillo y marco al 112. Suena el primer bip y noto como alguien me aprieta la mano. Ella se ha despertado así que cuelgo. 
-¿Por qué lloras?-me pregunta. 
Ni si quiera me había dado cuenta de que estaba llorando. Seco las lágrimas de mis mejillas y la abrazo tan fuerte que sé que le estoy haciendo hasta daño. Así que la suelto y la miro fijamente a los ojos. Ella me devuelve la mirada durante un instante y luego mira a su alrededor buscando una explicación. 
-¿Qué ha pasado?-me pregunta intentando incorporarse, pero no puede hacerlo y vuelve a tumbarse cerrando con fuerza los ojos. 
-¿Que qué ha pasado?-respondo enfadada-¡Que te has desmayado en la puerta!
Sara abre los ojos a la vez que se sienta en el sofá a mi lado. Vuelve a cerrarlos e intentando forzar una sonrisa me mira de nuevo. 
-¿Que me he desmayado?-pregunta como si de verdad se sorprendiese.-Pues se me debe de haber bajado la tensión o algo.
Y mientras dice eso se levanta del sofá dirigiéndose a la cocina. La sigo intentando comprender lo que pasa pero no lo sé. En ese instante me llega un WhatsApp y me da por mirar la hora, son las cuatro y cuarto y la realidad es que yo estoy muerta de hambre. 
-¿Desde cuándo no comes?-la pregunta llega directa al corazón como un puñetazo en el estómago. 
Sara tarda en responder. Se queda pensativa dudando entre qué decir. Lleva sin comer desde ayer al medio día pero no tiene hambre. No tiene nada de hambre. Antes comían en el comedor del colegio, pero ella lleva ya tiempo sin quedarse porque siempre sale con la excusa de hacer algo. Intenta responder con una media sonrisa. 
-Desde hace un rato. ¿Por qué?
-¿Y cuándo es hace un rato? Porque yo no como desde el desayuno y tú llevas prácticamente todo el día conmigo. 
Veo que Sara se gira y me mira. Sé lo que está pensando, como inventarse un momento en el que no hayamos estado juntas pero no lo hay. Se rinde y baja la mirada. 
-No he almorzado.
-Pues vamos a comer algo, que yo tengo hambre.
-No, no  me apetece.-responde.-Come tú, si quieres, yo voy a ir organizando las cosas. 
Hago como si no la hubiese escuchado y la ayudo a sacar todas las cosas para la fiesta, nos ponemos a guardar bebidas, hacer sándwiches, colocar las cucherías en cuencos, contar si faltan muchos vasos. Después de eso, voy colocando los altavoces, dejo la música en el aleatorio y suena de fondo una canción de Grace Kelly que nos gusta mucho a las dos. La cantamos pegando saltos por toda la casa hasta que acabamos tiradas en el sofá riéndonos a carcajadas. Intento recuperar la respiración después de tanto reírnos.
-Vamos a comer algo-digo cuando consigo hablar con normalidad-Y ni se te ocurra decirme que no. 
Se rinde sin oponer resistencia porque es consciente de que no lo está haciendo bien. Abro algo de las patatas para luego y nos comemos un bocadillo cada una. La veo comer al principio muy despacio, pero luego lo devora como si fuese a quitárselo, tenía que estar muerta de hambre, y no me extraña. Son las seis menos cuarto y ya estoy cansada, no me quiero imaginar la tarde que nos queda. Subimos arriba y preparamos las camas para cuando se vayan todos. Sabemos que no vamos a dormir, pero por si acaso tiramos los colchones al suelo, colocamos las sábanas y dejamos la puerta de esa habitación cerrada. 
A las seis suena el timbre y comienza a llegar gente. Primero viene Ari acompañada de Pablo y de ese tal Carlos que nos presentó una vez y con más cosas. El chico es, si cabe, más guapo de como lo recordaba. Detrás de ellos viene mucha más gente, Marcus viene con unos pocos amigos del equipo de fútbol. Cuando me doy cuenta medio instituto está en el salón de la casa de Sara, todos hablando, gritando y riendo. Hay que poner un poco de orden antes de que llegue Lydia, ella no puede escuchar ruido desde fuera. Me subo encima de la mesa de salón y pego un grito. Todo el mundo me mira y me sonrojo aunque hablo:
-Señores, señoras, escúchenme. Lydia no debe intuirse nada hasta que no entre y gritemos sorpresa, y ustedes arman muchísimo jaleo así que les pido que se escondan detrás de los sofás, de las cortinas, debajo de la mesa, o donde se les ocurre dentro del salón; pero, por favor, que no se les vea ni hagan ruido, en menos de diez minutos ella va estar aquí. Cuando yo encienda la luz tenemos que gitar "¡Sorpresa!" ¿vale?
Unos pocos asienten con la cabeza mientras el resto va a esconderse en algún lugar. Cuando veo que más  o menos todo el mundo está organizado me bajo de la mesa con un salto. Marcus, al que aún no había podido ver tranquila, se acerca y me besa muy suavemente. Al cerrar los ojos recuerdo el beso que casi le doy a Eric y me estremezco. Tengo ganas de llorar, no sé qué me está pasando, quiero a Marcus, lo quiero muchísimo, y no puedo hacerle daño. 
Sujeta mi cara entre sus manos y me mira fijamente. Trato de sostenerle la mirada pero me cuesta. Entonces, me da un pequeño mordisquito en la nariz y me abraza con fuerza. Me dejo llevar en ese abrazo y noto como las lágrimas rodean mis mejillas, intento retenerlas y mientras él me acaricia el pelo lo consigo. Ariadna me llama y me separo de Marcus, le sonrío y le beso. Me giro hacia Ariadna y me hace señas. Lydia está cerca, estoy nerviosa, espero que salga todo bien porque llevamos mucho tiempo preparando esto. 
Llaman al timbre. Es Lydia, con Carla. Lanzamos una última mirada al salón revisando que este todo en orden. Marcus se pega a la pared y apaga la luz. Es el momento exacto. Abro la puerta y le damos dos besos a cada una. Carla trae una peli así que vamos al salón como si fuésemos a verla. Al dar un paso dentro en el salón Marcus enciende la luz y todos gritan a la vez "¡Sorpresa!" Lydia abre la boca y Pablo, su Pablo, se acerca hacia él con un ramo de doce rosas rojas. Un par de lágrimas ruedan por sus mejillas. Y la veo sonreír tanto que no recordaba haberla visto tan feliz desde hace mucho tiempo...

domingo, 17 de agosto de 2014

Marcus XXXII

La noche antes de la fiesta lo padres de Sara se han marchado ya y no hay nadie a parte de ella en casa. Todo está oscuro, y desde el interior solo se escucha el sonido de los coches al pasar por delante de su ventana, cerrada a pesar del calor. Tapada hasta arriba trata de conciliar el sueño, dando vueltas de un extremo a otro de la cama. Está tan cansada que podría quedarse dormida de pie, pero cada vez que cierra los ojos, tiene la necesidad de abrirlos. "Jodido insomnio" piensa mientras se levanta con desgana. Aún no son las doce, y baja por un vaso de agua. Una gota de sudor cae desde su nuca hasta el coxis, y se estremece. Su cabeza no para de darle vueltas a lo mismo y aunque intenta alejar esos pensamientos no puede.

El agua fría cae en su estomago vacío y este ruge. No ha cenado nada, realmente tampoco recuerda bien si ha almorzado hoy, pero qué más da. Apaga la luz de la cocina y sube las escaleras. Para en el último escalón, un poco mareada, y decide poner el aire de su cuarto nada más que entra. Se sienta en el escritorio y enciende el ordenador. No tiene intención de volver a la cama, pues sabe de sobra que no va a quedarse dormida. Introduce la contraseña para estar en twitter un rato mientras pone de rap de fondo. Swan Fyahbwoy es droga para sus oídos, y una leve sonrisa aparece en su rostro escuchando su canción favorita, aunque no tarda mucho en desvanecerse. Decide escribir, por si así puede relajarse.

"Hace tiempo que nada es como antes y es como si nadie se diese cuenta. Estoy cansada de estar cansada, de no dormir, de esas voces que me repiten todo lo que hago mal constantemente. Estoy cansada del instituto, de la gente, de los insultos y de todo lo vivido hasta ahora. Echo de menos ser pequeña. Poder correr, reír y jugar como si no hubiese otra cosa. Sin preocupaciones, sin complejos, sin líos, solo con una única meta, la de reír y ser feliz hasta que te doliese la barriga de hacerlo. Cuando pensabas que podías comerte el mundo y que el mayor problema era perderte tu serie favorita. 
Y mírame ahora. Rota, con heridas. Tanto por dentro como por fuera. Tan vacía que podría caer en picado en mi propio vacío. Y es que es increíble como se cambia con los años...y con los daños." 

Pulsa el enter y guarda ese texto en una carpeta donde hay otros cientos de ellos. ¿Algún día alguien los leerá? Sabe que no. O, al menos, eso espera. Es mejor hacer ver que todo está bien que mostrar como te sientes realmente. Tampoco es que a nadie fuese importarle su vida, ni cómo se siente realmente. Apaga el ordenador y vuelve a la cama. Demasiado grande para ella sola, eso es lo que siempre ha pensado. De toda su casa en general.
Sus padres casi nunca han estado en casa. De pequeña, siempre había una tata, que la cuidaba, y solo los veía los fines de semana, a veces, ni eso. Por eso, la casa le parecía demasiado para ella sola.  Aunque para cosas como las de mañana venía siempre bien.  La fiesta tenía que ser increíble, por su amiga, porque ella no tenía ganas ninguna. Aunque quizás mañana fuese otro día y si le apeteciese.
Piensa en mandarle un whatsapp a Alicia antes de ir a dormir. Mira su última conexión. Es hace un minuto. Se muerde el labio y escribe un "te necesito" que rápidamente borra. Bloquea su smarthphone, y lo vuelve a dejar en la mesilla. Hace no mucho, se pasaban horas y horas hablando. Y es que las cosas han cambiado demasiado desde entonces. Demasiado para su gusto, pero nada dura para siempre. Y quien quiera creer que sí, vive engañándose así mismo. Cierra los ojos intentando dormir pero no se queda dormida hasta bien entrada la noche.

Estoy con Alicia caminando en silencio hacia mi casa. Un silencio incómodo entre nosotras cuando antes no podíamos ni quedarnos calladas, ahora es como si nos separase la distancia a pesar de estar a centímetros. Es ella quien decide romper el hielo.

-Estás más delgada-dice mirándome a los ojos fijamente-bastante más delgada.
Esa frase es como una patada en el estómago. No lo estoy-pienso-desde luego que no. Cierro los ojos un segundo, tratando de encontrar una respuesta. Suspiro y vuelvo a abrirlos.
-No lo estoy.-respondo después de un buen rato.
-¿Qué no lo estás? Mírate anda. Claro que lo estás.

Decido simplemente no responderle. No voy a discutir algo en lo que nunca nos vamos a poner de acuerdo así que simplemente sonrío y acelero un poco el paso.
Entramos en mi casa, voy a soltar las cosas y de repente, todo lo que veo es oscuridad. Eso es lo último que recuerdo.

viernes, 4 de julio de 2014

XXXI

Cuando entra en el salón sé que no espera ver a Eric. Abre los ojos como platos y me mira. Le devuelvo la mira. En ese momento, Eric se levanta a saludarla y mi madre lo abraza. "Pero qué grande estás" le dice. Le ofrece quedarse a cenar y él acepta. La cena se hace amena. Mi madre y Eric conversan, sacan recuerdos y reímos durante un buen rato. Cuando él se va mi madre se sienta conmigo en el salón.
-¿Hoy no viene Carla?-pregunta.
Cierto, me había olvidado de Carla por completo. La llamo y no me lo coge. Vuelvo a llamar y tampoco. Me dijo que iba a venir así que subo a mi cuarto me visto y le digo a mi madre que vuelvo pronto. Son más de las once. Vuelvo a llamarla y continúa sin cogerlo. Cuando llego a su casa escucho gritos en el interior. La puerta se abre y Carla cae por las escaleras luego alguien da un portazo. Me estremezco. Corro hacia ella intentando levantarla. Tiene le labio roto y varios golpes visibles. La miro mientras agacha la cabeza avergonzada y las lágrimas ruedan por sus mejillas. Le prohibo llorar aunque sé que será inútil, quiero entrar hablar con esa cosa pero decido que lo mejor será volver a casa.
Me reprocho a mí misma haberla dejado venir sola aquí. Debía de haberme avisado para haber podid acompañarla pero ella es tan cabezota... Y su padre... no se merece ni que le mirase a la cara. Abrazo a Carla durante todo el camino mientras solloza. Esta vez le ha debido de hacer más daño psicológico que físico, porque por desgracia, está acostumbrada a palizas como esta. Sé que si no me ha avisado es porque le da miedo que a mí me haga algo, pero yo le denunciaría. Ese hombre no puede seguir atemorizando a su familia como lo está haciendo.
Entro con Carla en casa y mi madre la mira incrédula. Abre y cierra los ojos un par de veces intentando que lo que está viendo sea solo un espejismo, pero no es así. En silencio, se dirige a la cocina y saca el botiquín. La seguimos y con la mano le indica que se siente en la silla. Sin hacer preguntas le cura en labio y algunas heridas. Acompaño a Carla arriba a que se de una ducha de agua caliente y se relaje un poco. Cuando escucho el agua correr bajo las escaleras. con cuidado. Mi madre está esperándome abajo, probablemente con un millón de preguntas.
Intento explicarle toda la situación lo mejor que sé y desde el principio. Lloro recordando muchos momentos pero intento evitarlo y a mi madre también se le saltan las lágrimas un par de veces. Ya había hablado esto con ella antes, pero quizás no había sido del todo sincera. Cuando termino de hablar mi madre me abraza para tranquilizarme.
-Voy a hablar con la madre de Carla-susurra-tranquila pequeña, mientras todo esto pasa Carla puede quedarse con nosotros, y si tiene que coger algo puedo ir yo con papá a buscarlo. No tiene que volver más si no quiere por el  momento.
No digo nada, solo la abrazo con fuerza. Carla sale de la ducha y baja las escaleras. Mi madre la tranquiliza a ella también y le asegura que no le va a pasar nada mientras esté con nosotros. Le da las gracias y subimos a mi habitación. Suavemente, cierro la puerta.
 -¿Quieres contarme qué ha pasado está vez?-le pregunto.
-Solo ha bebido más de la cuenta y  se ha enfadado porque se ha dado cuenta hoy de que no estoy yendo a dormir a casa y mi madre tampoco. Solo fui a coger algo de dinero...
-No vuelvas a ir sola ¿vale?-le digo.-Por cierto, mañana es el cumpleaños de Lydia ¿lo tienes todo?
-Sí-responde-Hoy lo he llevado todo a casa de Sara.
-Yo he hablado con todo el mundo. Van a estar allí  a las 6 para ir preparando cosas. Marcus estará por allí para poner orden mientras que llegamos y no.
-Me parece bien-responde Carla.
Nos llevamos un rato hablando por teléfono con Sara. Noto su voz cansada y sé que le pasa algo pero es inútil que le pregunte así que solo intento hacerla reír. Su risa es un poco forzada pero al menos lo intenta. Luego Carla se acurruca en su colchón y se queda profundamente dormida. No tengo nada de sueño así que me siento en el borde de la ventana y observo la ciudad. Siendo sincera, vivo en un lugar bonito. Es un barrio pequeño, un poco alejado del mundo,  pero a mí me gusta. Por eso no quise irme de aquí.
Empiezo a tener algo de frío así que entro y cierro la ventana intentando hacer el menor ruido posible para no despertarla. Ando de puntillas hasta introducirme en mi cama. Miro a Carla mientras duerme intentando quedarme dormida yo también pero...hay algo que me atormenta. Esta noche. Cuando estaba con Eric. Si mi madre no hubiese entrado por la puerta Eric y yo...¿nos habríamos besado? Él iba a besarme ¿no? Y yo tampoco me estaba apartando... Por Dios, ¡cómo podía haber estado apunto de besarle! Él era mucho mayor que yo, solo éramos buenos amigos y yo...yo estoy con Marcus. Estoy bien con él, no podría hacerle eso. Y continúo dándole vueltas hasta que me vence el sueño.
El despertador suena a las siete en punto, maldigo a mi insomnio y pongo los pies en el suelo.  Miro la cama de al lado pero Carla no está. Descalza camino hasta el baño, la puerta está cerrada. Llamo un par de veces y al ver que no responde nadie entro con cuidado.  Carla está sentada al lado de la taza del váter, tiene los ojos llorosos y está pálida. Me arrodillo a su lado separándole el pelo de la cara.
-¿Qué te pasa?-le pregunto-¿Has vomitado?
Asiente con la cabeza pero no articula palabra. Le hago cosquillitas en el pelo hasta que decide hablar.
-Me pasa a veces-dice-me entran ganas de vomitar y ... bueno. No te preocupes. Ya estoy mucho mejor.
-¿Cuántas veces es 'algunas veces'?-pregunto.
-No lo sé...-dice incorporándose-A veces, no lo controlo.
-Avísame cuando te vuelva a pasar-le digo saliendo del baño.
Nos vestimos en silencio. Le doy vueltas y más vueltas a lo que acaba de pasar y estoy tan concentrada que no me entero de que Carla me está hablando hasta que no me toca el brazo para llamar mi atención. Cojemos las cosas y salimos al instituto. En la puerta está Marcus hablando con Ari y Sara, supongo que sobre la fiesta de esta tarde. Me acerco a él y le beso pero por un instante un escalofrío recorre mi cuerpo y me aparto suavemente.
-¿Estás bien?-me pregunta.
-Sí.-respondo con la voz entrecortada.-Claro.
Ya ha acabado el instituto y todo está preparado para esta tarde. Yo me voy a ir con Sara a su casa para preparar las cosas. A las seis llegan los demás y cuando yo avise a Carla traerá a Lydia. Así que cuando Lydia se va a su casa yo recojo las bebidas de la mía y me voy con Sara a su casa para poder prepararlo todo.
Lo que nosotras no sabíamos es que esta iba a ser una tarde muy movidita.

lunes, 16 de junio de 2014

Marcus XXX

"Estoy al lado de un barranco. Miro al suelo y las olas rompen fuerte contra las rocas. Me siento la filo del mismo y mi pelo se mueve con el viento. Noto el frío que recorre mi espalda, tengo la piel de gallina y debería tener frío pero no lo tengo. Respiro el aire fresco mientras observo el paisaje, oscuro y me atrevería a decir que algo tétrico. En ese momento, la  parteen la tierra sobre la que estoy sentada se rompe. Caigo al vacío mientras grito. Doy un fuerte golpe contra una roca y..."
Me despierto sobresaltada. Otra pesadilla, para variar. Escucho el timbre. Me recoloco un poco el pelo y miro por la mirilla. Es Eric así que abro la puerta sonriendo. Me mira y me abraza levantándome ligeramente del suelo. Entonces recuerdo que solo llevo una camiseta ancha y la ropa interior y me sonrojo.
-Estás muy mona-dice bromeando.
-Calla-le digo dándole un ligero toque en el brazo.-Voy a subir a cambiarme anda.
-Hey, espera-me giro-no te cambies. Hay confianza y no se te ve nada.
Me miro en el espejo de la entrada. La verdad es que la camiseta es casi un vestido y entonces recuerdo que me puse unos culotes antes de echarme en el sofá así que entro en el salón y me siento. Eric se deja caer a mi lado. Lo veo mirar a todas partes. Busca lo mismo que busco yo todos los días... luego disimula y me mira.
-Todo está casi igual que la última vez que estuve aquí.-se le entrecorta un poco la voz.
-Sí...-afirmo-solo faltan las fotos.-Todas las fotos de antes de aquello están guardadas en aquella habitación. Allí se han agolpado todo y cada uno de los recuerdos. Escondidos como si así doliesen menos.
Le observo mirar las paredes vacías, yo también echo de menos las fotos, pero solo a veces. Otras, agradezco que no estén. Se quita los zapatos y cruza las piernas encima del sofá. Hablamos de diversos temas durante un buen rato. Me cuenta qué ha sido de él estos años, qué está estudiando. Luego soy yo la que le cuenta como ha sido mi vida. Lloramos, reímos y volvemos a llorar y así pasamos toda la tarde.
-Oye-llamo su atención y dirige su mirada hacía mí de nuevo-Gracias. Por la canción.
-Yo...-sonríe-pensé que te gustaría. Antes nos gustaba mucho. A todos.-recalca el todos y noto como un nudo se forma en mi garganta.
-Sí-respondo algo triste.
Entonces le veo llorar. A él. Al chico fuerte que hace unos años jugaba conmigo haber quién le hacía más cosquillas a quién hoy está aquí llorando. Después de tanto tiempo. "Ahora vuelvo" digo. Pongo mis pies en el suelo y subo las escaleras. Peldaño a peldaño. Despacio. Me paro frente a la puerta de su habitación. Trago saliva, tomo aire y giro el pomo. Me cuesta trabajo decidirme del todo pero enciendo la luz y entro. Los recuerdos me golpean como una bofetada pero trato de mantenerme fuerte. Fotos, posters, juegos, recuerdos. Muchos recuerdos que llevo años escondiendo en este maldito cuarto sin saber que realmente esto son solo cosas,  y los recuerdos están guardados en mi corazón.
Avanzo pisando el frío suelo. Está todo exactamente que la última vez que entré hace años. En el cabecero de la cama hay una gorra de béisbol. Su gorra favorita. Es preciosa. La cojo entre mis brazos y la abrazo. Intento sonreír pero no puedo, demasiado dolor de golpe como para fingir. Apago la luz y antes de cerrar la puerta susurro un "adiós" y hago que mi mente guarde todos los recuerdos de nuevo. Bajo las escaleras, esta vez más deprisa y salto los tres últimos escalones. Eric me mira sonriendo. Me acerco a él y vuelvo a sentarme en el sofá, a su lado.
-Toma-le digo extendiendo mi mano con la gorra de béisbol-Es para ti. Creo que tu deberías tenerla.
Eric mira la gorra perplejo. La toma entre sus manos y se queda un buen rato en silencio. Le miro y él me duvuelve la mirada. Luego levanta la cabeza.
-No puedo aceptarla-replica-esto te pertenece.
-No, no es así.-le digo-Eso es más tuyo que mío, por favor. Guárdala. Me ha costado mucho entrar como para tener que volver a dejarla de nuevo.
Asiente y me estrecha entre sus brazos. "Gracias" susurra, pero yo sé que es a él a quien de verdad le pertenece.
-¿Todo está como la última vez?-pregunta.
-Sí. No ha cambiado nada.
Abre la boca como para decir algo pero se arrepiente y la cierra. No quiero saber que es por miedo así que procuro cambiar de tema. Le pregunto que si tiene novia, a lo que contesta que no. No sé porqué pero una parte de mí se alegra de ello. Luego él me pregunta a mí. Tardo un poco en responder y le digo que sí. Le hablo de Marcus, de como es y de que creo que con él estoy bien. Luego, no sé porqué le cuento lo que me ha pasado hoy. Le cuento que una parte de mí lo tenía muy claro pero que otra estaba aterrorizada. Me escucha hasta que ya no sé qué más decir. Luego se acerca a mí y pone sus manos en mis muslos. Debería sentirme incómoda pero me reconforta.
-Ay, pequeña, pequeña.-dice-Es normal que estés nerviosa y que tengas dudas. Solo te digo que debes estar tranquila, y segura. Si te quiere, esperará ¿no? De  todas formas estoy segura de que lo harías genial.
Le sonrío y me devuelve la sonrisa. Estoy mirándolo fijamente a los ojos. Se acerca a mí y yo a él. Su respiración es entrecortada. Él está como nervioso. Creo que está apunto de besarme, cuando escucho la puerta abrirse y, sonrojada, me separo rápidamente. Mi madre ha llegado a casa.

lunes, 21 de abril de 2014

Marcus XXIX

"Recuerdo y pienso en el tiempo que llevábamos sin vernos. Dos niños, pequeños, que lo sentían todo y lo sigo sintiendo hoy por ti." Se me corta la respiración y separa un poco el teléfono de mi oreja. Cuando vuelvo a hacercármelo el estribillo de la canción suena muy fuerte "Volverá, juro que volverá. Lo sigo sintiendo y te echo de menos, que acabe mi soledad. Volverá, te juro que volverá. Ese amor verdadero de cuando era pequeño te juro que volverá. Volverá." Luego la música cesa y aunque las lágrimas se agolpan en mis ojos estoy sonriendo. Sonriendo de verdad.
Esa era nuestra canción. De pequeña me pasaba las horas cantándola  pero desde entonces la había evitado. Pasan unos diez segundos y me atrevo a decir "gracias". Luego cuelgo, sin esperar una respuesta porque no estoy segura de qué es lo que quiero oír. Cuando regreso a mi habitación Marcus y mi primo pequeño no están. Solo está Gonzalo sentado rasgeando la guitarra. Me sonríe mientras pone los acordes de una canción. Comienza a cantarla y al principio no recuerdo cual es porque es una canción algo antigua, pero luego el nombre viene solo a mi memoria y con él la letra de la canción. "Y cuando nadie para un rato y mira a su alrededor no se deja afectar. Y es que este mundo gira tan deprisa..." Le acompaño en el estribillo que es lo único que me sé. El canto del loco era uno de mis grupos favoritos antes.
 Mi primo canta con los ojos cerrados disfrutando cada acorde, viviendo la canción. Tiene realmente magia en la voz. Da el último acorde y abre los ojos. Sonríe y le devuelvo la sonrisa. Nos quedamos un rato en silencio, sin saber bien qué decir. Le veo mucho más mayor que hace unos meses. Supongo que el tiempo pasa igual para todos. Ojalá volver al pasado y que todo fuese como antes.
-Prima-llama mi atención trayéndome de vuelta a la realidad-¿puedo contarte algo?
-Claro-le sonrio. Aunque él también lo hace su mirada se ve triste.
-No me gusta vivir con papá-comienza a decir-No me gusta su forma de pensar. Ni como me trata o a mamá. Lucas llora mucho cuando papá chilla y no me gusta verlo llorar. Mamá dice que papá a veces se enfada un poco pero que es un hombre bueno...yo no creo que sea un hombre bueno.-veo como se llenan sus ojos de lágrimas pero intenta no llorar.
-Llora-le digo mientras le abrazo. Y comienza a llorar, quizás más de lo que esperaba. Luego se despega de mí, se seca las lágrimas y me sonríe.
-Papá siempre me riñe por llorar, dice que los hombres no llorar, pero ¿sabes qué? Él es tonto.
Y sin poder evitarlo me río. Nos reímos. Mi primo ha sido muy maduro desde pequeño y realmente, siempre me he apoyado yo más en él que él en mí. Vuelvo a abrazarle muy fuerte.
-Si sigues apretando me harás daño-me dice.
-Lo siento-digo riendo-Sabes que puedes venir cuando quieras ¿no? Solo tienes que pedírmelo e iré a buscaros.
-Vendremos más a verte, sin papá-dice bajando la voz.
Justo en ese instante llaman a la puerta y Lucas entra.
-Dice mamá que nos vamos ya, pero yo no quiero irme.
Lo cojo en brazos y bajo con ellos las escaleras. Despedirme de ellos me da pena. A mi tío ni si quiera lo miro y Marcus las veces que lo hace lo mira con asco. Cuando mis tíos se van mis padres van a salir a hacer la compra. Mi madre me lanza una mirada de "ni se te ocurra hacer nada que no debas" y nos deja solos. Marcus rodea mi cintura con sus manos y me pega suavemente a la pared. Su mano derecha recorre mi espalda mientras la izquierda me hace cosquillitas en la tripa. Estoy un poco encojida por lo que él se ve incluso más alto de lo normal. Se agacha y me besa. Paseo mis dedos por su nuca bajando por el cuello y llegando a los botones de su camisa. Los desabrocho uno a uno y dejo caer la camisa al suelo. Él quita mi camiseta y cae justo al lado de la camisa. Comienza a besarme el cuello y mi piel se pone de gallina. Muerdo su oreja y se estremece.
Me coge en brazos y subimos a mi habitación. Desabrocho el botón de su pantalón y bajo la  cremallera. Me empuja sobre la cama y se coloca al lado mío. Baja mis pantalones, me mira y comienza a subir dándome besos hasta la boca. Mi respiración es mucho más fuerte que la suya. Estoy bastante nerviosa.  Me separo un poco de él y le miro a los ojos. Son los más bonitos que he visto nunca. ¿Cómo puedo seguir teniéndo dudas? Él está ahí, mirándome y yo... creo que voy a llorar. Quiero decírle que pare, que no estoy segura pero entonces su móvil suena. No le echa cuenta y me besa. Soy consciente de que estoy temblando pero intento que no se me note. El móvil vuelve a sonar. Se incorpora un poco y lo mira. Lo coge y la llamada dura menos de diez segundos, dice "vale" y cuelga.
Me mira algo sonrojado. Vuelve a besarme y se incorpora del todo.
-Tengo que irme. Lo siento muchísimo-dice bajando un poco la cabeza.
-No te preocupes-le sonrío-lo entiendo.
Le observo mientras se viste. Yo me pongo una vieja camiseta larga y me las apaño con eso. Le acompaño abajo y me despido con un beso. Otra vez será, pienso.  Cierro la puerta y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Mi móvil suena. Descuelgo pero esta vez no escucho ninguna canción sino su voz.
-Hola Ali-dice.
-Hola Erci-sonrío detrás del teléfono.
-¿Te parece bien que vaya en media hora?-pregunta-Solo si puedes eh, no quiero molestar.
-Claro que no, te espero aquí.
Cuelgo y me siento en el sofá esperando a que Eric llegue pero los ojos se me cierran y me quedo profundamente dormida...

martes, 15 de abril de 2014

Marcus XXVIII

Despierto antes de que suene la alarma y Carla está sentada en el borde de la ventana. Corre un poco de brisa y su pelo suelto se mueve ligeramente hacia la derecha. La llamo y se gira. Creo que no se esperaba que estuviese despierta porque se asusta y por un momento creo que podría caerse y me da un vuelvo el corazón. Se levanta y entra de nuevo cerrando la ventana.
Las horas en el instituto se me hacen largas pero no pesadas. No quiero que llegue el medio día pero finalmente dan las tres y el timbre anuncia que es hora de volver a casa. Marcus y yo vamos de la mano todo el camino. No hablamos mucho, le noto algo raro pero decido no preguntarle. Saco las llaves del bolsillo pequeño de la maleta y abro. Soltamos nuestras cosas en el hueco de la escalera y entramos en el salón.
Mis primos pequeños corren hacia a mí y me abrazan. Llevo meses sin verles. Están enormes. El mayor siempre fue más guapo que el pequeño pero es que ahora está guapísimo. Tiene unos ojos azules preciosos y está casi tan alto como yo, aunque eso no es muy difícil. El pequeño está mucho más rubio que antes y más guapo también. Le doy un pequeño toquecito en la nariz a cada uno y me acerco a saludar a mi tía.
Mi tío está sentado en el sofá hablando con mi padre sobre fútbol, supongo. Me mira y sonríe. Se me agarra un nudo en la garganta y creo que voy a salir corriendo pero le sonrío y me acerco a darle dos besos.
-Pero por Dios...mira que grande estás ya.-dice-¿Cuánto llevo sin verte? ¿Años? Estás mucho má guapa. ¿Ese que es tu novio?
-Sí.-asiento.-Marcus.
-Encantado Marcus-sonríe estrechándole la mano.-Espero que sepas como tratar a una mujer.
-Descuida-respondo y le fulmino con una mirada de asco. Salgo del salón para ayudar a mi madre en la cocina.
Comenzamos a comer unos veinte minutos después. Nunca se me ha hecho una comida tan larga. Los comentarios machistas de mi tío son realmente insoportables. Marcus lo nota y lo mira con desaprobación aunque sonríe a sus bromas por educación, como todos. "Las mujeres recoged los platos que es lo que tenéis que hacer. Los hombres nos vamos al salón. ¿Te vienes Marcus?" pero él ni si quiera le responde, se levanta y recoge todos los platos que puede y los pone en el fregadero. Mi tío sale de la cocina francamente ofendido y le siguen mi padre y mi primo pequeño al que ha agarrado fuertemente del brazo. Gonzalo, el mayor, sin embargo coge su vaso y el de su hermano y también lo deja en el fregadero. Sonriéndome.
Ayudo a recoger y subo arriba para ir al baño. Abro la puerta cuando una mano se posa sobre mi hombro y me empuja hacía el interior. Me giro aguantando incluso la respiración. Fran, mi tío está ahí, delante de mí, pero no me muestro tan temorosa como de costumbre, todo lo contrario. Estoy enfadada, dolida pero no tengo miedo.
-¿Qué?-le digo.
-Llevamos sin vernos solos desde que tenías nueve años. Estás preciosa.-dice acercándose.
-La diferencia es que he crecido. Me alegro enormemente de que no tengas una hija. Das asco.
Ni si quiera se como pero le pego una patada y salgo por la puerta, tan tranquila. Bajo las escaleras y le escucho quejarse pero no le echo cuenta. Me siento en el sofá con mis primos, jugando con ellos. Fran ya ha bajado así que subo con los pequeños y Marcus arriba. Lucas, el pequeño, pega saltos en la cama mientras canta una canción que suena en la radio últimamente aunque no entiendo bien cual es. En la esquina de al lado de la venta hay una guitarra, mi primo Gonzalo la mira y me mira a mí. Asiento y el se levanta a cogerla. Está afinada y comienza a tocar unos acordes familiares.
"You only need the sun when it's starts to snow. Only know you love her when you let her go..." Canturrea mientras rasguea la guitarra. Marcus y yo lo miramos fijamente. Tiene una gran fluidez y una voz muy dulce. Cuando ve que lo miramos se sonroja un poco y para.
-Sigue-le digo.-Lo haces muy bien.
Mi primo vuelve a hacer sonar un acorde cuando mi móvil me interrumpe. Es Eric, había quedado con él. Lo olvidé por completo. Salgo de la habitación y descuelgo, pero no escucho su voz, solo una vieja canción....